Instituto Teológico Gamaliel

En los recientes motines este 23 de marzo en los penales de Coronda y Las Flores, los “pabellones evangélicos” con una mayoría de presos que han abrazado la fe en Jesús (y que son asistidos por pastores) fueron los que evitaron que se origine un espiral de violencia colectiva en toda la unidad.

La tensión creciente en los penales de Santa Fe y en otras dependencias del país emergió por una combinación de factores de largo aliento y por la situación excepcional que trae aparejada la pandemia del coronavirus. Además del histórico hacinamiento -situación que viene siendo advertida desde el Gobierno nacional- la suspensión de las visitas y los rumores de posibles excarcelaciones sirvieron como caldo de cultivo de las protestas. Los detenidos también aseguran que el cierre de las visitas implicó una falta de comida.

En esta última revuelta murieron cinco reclusos y hubo toma de pabellones, quemas de colchones y saqueo a las farmacias de las unidades. Se evidenció el resultado del trabajo evangélico realizado en su comunidad carcelaria en lo que refiere a la regulación del conflicto, ya que la población de estos pabellones no participaron de los motines, evitando así una propagación de la violencia suscitada.

En la cárcel de Coronda hay nueve pabellones cristianos que representan aproximadamente el treinta por ciento (30%) de la población detenida. Allí pastorea dos de ellos Oscar Sensini, de la iglesia El Redil de Cristo. Los otros siete pertenecen al ministerio Puerta del Cielo a cargo de Eduardo Rivello.

Cada vez son más los detenidos “convertidos” que eligen esta práctica religiosa y el camino de la fe, como una forma de vida para soportar el encierro y modificar sus comportamientos nocivos. Pero la intención no es convertir las cárceles en iglesias, sino también poder trabajar con los presos, que sin ser evangélicos, abracen las buenas conductas morales que existen en estos pabellones y que mejoran la convivencia.

En los sectores evangélicos dentro de las unidades carcelarias se plantea un ordenamiento social y ético. Se deben cumplir normas de conductas basadas en una práctica cristiana, en la disciplina y el orden, siempre respetando las reglas impuestas por el sistema penitenciario.

Este trabajo mancomunado con las autoridades y los trabajadores del penal, exhibe una nula conflictividad de los presos que se alojan allí, tanto entre ellos como con el personal penitenciario.

En los pabellones iglesias se promueve todo lo que es positivo para el preso, por ejemplo en la cárcel de Coronda, cuyo edificio presenta en general un pésimo estado, en los “sectores cristianos” se mantienen condiciones dignas habitacionales producto del cuidado y el trabajo de los propios presos.

El Diputado Provincial del bloque Somos Vida y Familia y pastor evangélico, Walter Ghione, explica que “desde las iglesias evangélicas creamos redes de contención para que este proceso de cambio continúe fuera de las rejas y puedan tener al salir de prisión una vida próspera, relaciones más sanas con su entorno, un sentido de pertenencia con nuevos contactos e incluso poder insertarse laboralmente”.

“Alrededor del noventa por ciento de la población carcelaria es pobre, proveniente de los sectores de mayor vulnerabilidad y marginalidad de la provincia. Nosotros trabajamos allí, brindando contención y ayudando a superar y sobrellevar enfermedades, algunas crónicas, y también la recuperación de adicciones”, añade.

Walter Ghione, solicita que se amplíe la cantidad de sectores evangélicos en el sistema penitenciario de la provincia de Santa Fe, basado en la conducta ejemplar y el modelo cordial de convivencia que demuestran. También se pide una mejor articulación con las autoridades carcelarias.

Por otra parte, cabe destacar que existe una constante expansión del cristianismo evangélico en la provincia, sobre todo en las ciudades de Santa Fe y Rosario. Este fenómeno social el menos en parte tiene correlación en las unidades penitenciarias.